Una escapada conmigo mismo…

Aunque a veces parezca que el cielo esté totalmente cubierto de nubes e incluso muestre un manto de agua, nieve, niebla o lo que desee mostrarnos, el sol no desaparece nunca, ya que sigue estando al otro lado de las nubes, Ya que pensándolo así, tal como los seres humanos necesitamos a veces de esos pequeños “subidones” de dopamina cotidianos para sentirnos vivos y avanzar, quizás así hagamos vibrar un poquito muchito el corazón, el alma y hasta la propia vida….

Y por ello, de vez en cuando me gusta escaparme en un instante y dedicarme un momento para mi solo, visitar esos sitios  hermosos donde he estado tantas, tantas veces, que me hacen saber que han sido pocas, pero en esas veces sé que no me fallaran en cada momento que se presente que necesite de su energía vital para recargar bajones de batería propia. 

Y bueno, sin más decidí darme una escapadita por ese fantástico castillo de Loarre, los Mallos de Riglos y toda esa zona, donde disfrute de nuevo en tan bonitos lugares, los siento dentro en lo que significan, el aire que respiras y la tranquilidad con la que siempre puedes caminar y escuchar la tranquilidad de la naturaleza que te rodea, con su fuerza, su energía y su historia, tanto personal como global…

Esta es mi pequeña historia y me gusta, me gusta escaparme porque si, sin pensarlo, estar en esos lugares habiéndolo pensado solo un par de horas antes, sin tenerlo en mente hasta que algo en ti, dentro de ti, te dice “oye, coge el coche y para allá, necesitas darte una vuelta por ese sitio y recargar” así que ¿cómo vas a desobedecer a ese alma que sabe más que tú? Y recargas, vaya que si recargas una vez más…

Y bueno, esta es solo la primera parte, porque aunque no me gusta daros la paliza con tanta historia, quizás pondré pronto algo más ampliado sobre el magnifico castillo de Loarre y quizás hasta de los Mallos de Riglos, pero como vaya y venga el tiempo, así que ¡cuidaros mucho y buen Camino siempre!!

La belleza de la vida es que te ofrece oportunidades de mejora donde quiera que vayas, quizás porque ella se echa unas partiditas con tu alma, esa misma que luego susurra a tu oído si quieres escucharla…

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