Tercera Etapa Camino Aragonés – Santa Cilia a Ruesta

ETAPA SANTA CILIA-RUESTA   38 KILOMETROS

NO SUBO A ARRES ESTA VEZ
TRAS NO SUBIR Y DEJAR ARRÉS A LA IZQUIERDA

Salgo tempranito, casi sin amanecer, ya que hoy son 38 kilómetros hasta Ruesta, y 28 de ellos hasta Artieda, el primer sitio donde puedes parar a tomar algo, eso si, si te atreves a subir su mortífera cuestecita jajajajajaja.  Pero eso para más tarde.

Miro el cielo, está raro, en ese intermedio de nubosidad y color entre un te voy a asar de calor con un voy a descargar el diluvio contra ti. Ojala lloviera, hace falta, mucha falta, y no me molesta caminar bajo la lluvia.

De momento dejamos Santa Cilia por un sendero pegado a la carretera, y llegando al punto kilométrico 300, cruzamos la N-240 y dejamos el camping Pirineos a mano derecha. Pegados al arcén izquierdo recorremos dos kilómetros, hasta el punto kilométrico 302, y cruzamos la nacional de nuevo para internarnos por una senda arbolada que baja hasta la margen del Aragón, donde muchos peregrinos han aprovechado los cantos rodados y demás piedras para formar con ellos estructuras verticales semejantes a monolitos. El conjunto de todas ellas forma un paisaje bonito, aún más cuando sabes que alguien ha querido dedicar un poco de su tiempo a ello. Citar que hace unas semanas, el lugar sufrió los estragos tanto de algunas tormentas como de vándalos que se encargaron de tirar algunos de los monolitos, pero en la actualidad está bastante recuperado.    Tras ese voluntario pétreo espectáculo seguimos y, en unos trescientos metros, llegamos hasta el puente de piedra sobre el río Aragón, que da acceso a la localidad de Puente la Reina de Jaca.

Puente de Puente La reina de Jaca

Si no vamos a dormir, descansar o tomar algo, no es necesario cruzar y entrar en la localidad, ya que el Camino continúa de frente. Avanzamos por la derecha en la carretera que se dirige a Arrés, dejando a nuestra izquierda la otra carretera, la A-132 que se dirige a Huesca. Unos 400 metros después de haber pasado éste cruce de carreteras, llegaremos a un punto donde  unas señales nos indican que subiendo a la izquierda por un camino con la marca PR HU-23 y Arrés 3 kms, asciende en sendero a media ladera el Monte Samitier, que nos llevará a Arrés, donde tenéis un albergue en el que sus hospitaleros voluntarios destilan simpatía y humanidad. Si vuestra decisión es quedaros aquí no os arrepentiréis, la “casa de las sonrisas” será vuestra casa, porque este lugar es todo un símbolo y emblema de la hospitalidad que perfiló el Camino de Santiago por Aragón cuando resurgió en la década de los 80.    Por mi parte, al haber hecho noche en Santa Cilia, seguiré hasta Ruesta, así que la próxima vez será. Lo siento, compañeros de Arrés, sé que tenéis buena cerveza fría, os debo una.

CRUCE Y DESVIO A ARRÉS

Aquí comienza un ratito de lo bueno, de la fragua que hace peregrinos, ya que la sección del Camino Aragonés que atraviesa la parte entre Arres y Ruesta puede ser una buena experiencia psicológica y personal de lo que lleva consigo una peregrinación, ya que este tramo es casi similar a la que vives y sientes cuando caminas la meseta castellana entre Burgos y León, un trocito tan árido y despoblado pero con una bella carga añadida como este, que me encanta a partes iguales. Sus infinitas planicies y sus campos de cereales no son un paisaje que guste a todos los peregrinos, y sin embargo tiene ese lado de regreso a la interioridad, a sentirte protegiendo tus pensamientos de lo que hay afuera, a sentirte lleno en la nada porque quizás tienes todo lo que necesitas. A mi me encanta, no lo voy a negar, vislumbrar esos largos caminos que parecen no acabar nunca y oír como la media neurona no deja de chillarte “¡sácame de aquí, sácame de aquí!!”, y sin embargo, sigue caminando contigo.

Un pueblo sobre un cerro, que en la lejanía y a nuestra derecha casi siempre veremos, es Berdún, al otro lado del río, lo digo sólo por decirlo, sin más, ya que no afecta nada a nuestro caminar.

  Defiendo a capa y espada este Camino Aragonés, aunque sepa que es como es, a veces bello, a veces duro, pero la belleza supera esa dureza que olvidas si dejas que entre en ti la magia. Y me encantaría que recuperara algo, mucho, lo que le corresponde de ese patrimonio inmaterial pero verdadero que durante siglos ha permitido mantener la magia de un Camino Jacobeo. Si, me fastidia decirlo, del Camino que atraviesa mi Comunidad, no se le valora lo suficiente, pero la realidad está ahí, y si sigue manteniendo esa magia, esa fuerza, esa dualidad de belleza y a veces dureza, es por el reconocimiento de los pasos que dejan día a día todos los peregrinos que atraviesan esta tierra, que no serán muchos, pero todos quedan satisfechos.

   Seguimos caminando, y a nuestra izquierda, a lo lejos, veremos el pequeño pueblo de Martes, por donde al parecer en la antigüedad pasaba el Camino. Así que seguimos por un terreno donde a ratos, aquí y allá, nos encontraremos con badlands, vaya palabra ¿verdad? Badlands es una palabra que denomina a tierras baldías o yermas, erosionadas por el agua y el viento, debido a la falta de vegetación, casi escenas de película. Ciertamente, algunas de las formaciones de badlands más conocidas se pueden encontrar en los Estados Unidos, pero mira por donde no vas a necesitar viajar hasta allá para verlo, ya que aquí, en Aragón tienes una clara muestra de ello.

BADLANDS ENTRE ARRES Y ARTIEDA

 Miro mi botella de agua, está vacía, pero Artieda está ya cerca, bueno, cerca y arriba… Hablando de ello, una compañera peregrina –la única con la que me crucé en toda la etapa- a la que me encontré en las cuestas que hay antes de llegar a Artieda, al ver mi botella vacía de agua bailar en mis manos, me dijo “¿tampoco tú tienes agua por lo que veo?”, a lo que en un momento de esos donde digo siempre que el humor no está de más en momentos jodidos, le contesté “hace una rato me cruce con un lagarto que llevaba una cantimplora, y cuando me vio echo a correr el jodio por si se me ocurría robársela para beber” Si lees esto, compañera, ¿al menos nos reímos a falta de agua, no?, decirte que si, soy aquel tipo que cuando luego me preguntaste donde había agua, te dije que en Artieda, a unos dos kilómetros, y cuando me dijiste que por favor, te dijera que no fuera en subida, te rompí entera al decirte “si estás viendo como yo el pueblo hace rato, y te aseguro no va a bajar de ahí “ Y es que la llegada a Artieda, es todo en subida, y vaya subida, pero solo sube si quieres alojarte, verlo o tomar algo, ya que el Camino sigue de frente.

ARTIEDA, ALLI AL FONDO Y ARRIBA, ARRIBA…

Y llegas ante Artieda. Y digo ante el pueblo porque es literal, tú estás abajo del todo y el pueblo, ainssss el pueblo, allá arriba, no podía estar más alto el jodio. Pero la sed es lo que tiene, así que agarrando los machos pues chino chano para arriba hasta llegar al bar restaurante del albergue de Artieda con la lengua fuera, pero con fuerzas suficientes para que le dijera a la chica que me pusiera la cerveza más grande y más fría que tuviera, así que dejando la mochila y ya sentadito, di buena cuenta de una jarrita bien fría, pedí algo para comer y otra jarra, que la primera se había ido cuesta abajo del pueblo.

ALBERGUE-RESTAURANTE DE ARTIEDA

Estuve casi dos horas descansando, recuperando la hidratación del cuerpo, atendiendo wasapitos y demás y de todo un poco. Pero había que llegar a Ruesta, así que mochila a la espalda, fotos junto a la iglesia de San Martín, admirar el trazado medieval del pueblo, respirar hondo y a por los últimos diez kilómetros.

ARTIEDA

  Desde el pueblo de Artieda se puede recuperar el Camino siguiendo la carretera que encontramos bajando recto por la calle del albergue, la cual bordea el pueblo dejándolo a la derecha, hasta llegar a la altura de una granja, donde seguiremos a la izquierda hasta la carretera A-1601, sin apenas tráfico, la cual seguimos hasta pasar el indicador del kilómetro 6, en que ya las señales nos indicaran tomar un sendero en subida a mano izquierda. Y siguiendo con tranquilidad las señales, en poco menos de hora y pico aproximadamente, pasando un robledal y entre camino y carretera, llegaremos a Ruesta.

    Aquí ya podremos tranquilamente descansar, alojarnos, asearnos y refrescarnos en el albergue que se hizo rehabilitando unas antiguas casonas rehabilitadas.

   Luego, si lo deseamos, podemos dar una vuelta por las ruinas del pueblo, abandonado en la década de los años 60 por la ubicación del embalse de Yesa. Sobresale en el sitio el castillo de Ruesta, los restos de una antigua fortaleza compuesta por dos torres unidas más otra torre ya muy derruida, todas protegidas por un cerco amurallado bastante derruido también.

RUESTA

   Decían iba a llover, pero no ha llovido, a pesar de esa mezcla de sol con nubosidad aquí y allá todo el día, pero por las nubes que ahora se acumulan en el cielo seguramente caerá algo de agua, y ojala sea así, ya que tanta falta nos hace. A lo lejos veo esa negritud espesa en el cielo que indica que está lloviendo, supongo debe ser a unos diez o quince kilómetros, esperemos llegue hasta aquí también. Si, llegará escucho algunos truenos en la lejanía.

   Pero mientras el cielo se decide a ello, me he sentado en una de las calles laterales del pueblo a escribir esto que ahora estáis leyendo, la crónica de la etapa, ya que una agradable y ligera brisa me refresca. Me gustaría ver pasar al lagarto de la cantimplora, le llamaría y le diría que si quería se la llenaba con la botella grande de agua que ahora llevo.

    Me agrada el lugar, a pesar de la tristeza de ser un pueblo abandonado y en ruinas, pero se respira calma, se respira algo de esta ruta jacobea que vivió su esplendor en la época medieval,  siglos de peregrinaje que seguramente dejaron historias, vivencias y leyendas, además de un legado artístico y cultural de extraordinaria riqueza. La paz que se respira y el paisaje, ese paisaje a la vez roto pero bello, dan a este Camino Aragonés una magia especial. Y me gusta, amo este Camino y lo seguiré amando…

EN EL SILENCIO DE LOS CAMINOS SOLITARIOS, EL SILENCIO A VECES TAMBIÉN ES UNA RESPUESTA…

Que seáis felices ¡buen Camino siempre!

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16 comentarios

    1. Na, un paseillo, Ferrán, pero secundo tu petición de que un par de puntos de agua no estarían de más, se necesitan ¡Buen Camino siempre!

    1. Gracias, Anita, tengo cuidado con él sol, pero con el moreno albañil con el que broncea mi piel no puedo hacer nada ¡buen Camino siempre!

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