PUES NADA, EL LUNES EMPEZAREMOS ESE TROCITO…

A veces, la pregunta más difícil de responder es esa que te formulan con la guardia bajada. En ese preciso instante en el que el vacío parece que te llena entero, que una parte del Universo te guiña un ojo desde su escondite, cómplice de tu sonrisa perdida de la que no sabes el motivo. Y en ese preciso momento, es cuando surgen esas palabras dirigidas a tu embobamiento.
-¿En qué piensas?
Con la media neurona desarmada despistada, seguro estaba tomándose una Ambar bien fría, la pregunta entra en tu cabeza como una perseida de agosto, como un cometa Halley que ha adelantado su paso por nuestro planeta decidido a romper toda tu capacidad de reacción. Y de tus labios sale una respuesta que suele ser bastante más que absurda y poco creible.
-En nada
Y contestas eso aun sabiendo que es mentira, pero ¿cómo confesar que en realidad habías tenido un recuerdo espontáneo de un pasado futuro lleno de presente o algo así de surrealista?
-¡Venga ya! Dímelo ya y no le des tantas vueltas
– ¿Pues si lo sabes ya para que lo preguntas?
– Pues maño cabezón, para que admitas que estabas pensando en algo que quizá preferirías no saber pero lo sabes y que te gustaría dejarlo para otra ocasión, pero ni quieres dejarlo para otra ocasión ni nada, porque no tienes remedio y ya has dicho que te quieres pirar para allá. Así que vuelve a preparar la mochila, a ver que zapatillas escoges y tira tira tira palante.

Somos poco originales a la hora de elegir qué hacer, dónde ir o con qué soñar. Todos tenemos los mismos problemas, próximos o que finalicen o, como dice también la voz del Metro de Madrid, con su vital aviso de “correspondencia con otras líneas” conforme en la que vas.
La vida tan solo está ahí, tanto te alimentara como te quitara todo, porque es capaz y sabe que puede hacerlo. Creo que es en el libro “Toda una vida”, donde el protagonista de la misma, aunque se lleva todos los palos que la vida puede darle, extrae entre tantos golpes la sabiduría de degustar esos pequeños momentos que en realidad nos permiten vivir, esos trocitos de felicidad que nos dejaran florecer hasta que puede que si o puede que no, quizás una ventisca siegue todas o parte de nuestra florida naturaleza interior, de nuestros suspiros cargados de vida, pero donde los restos nos permitirán seguir viviendo hasta el siguiente cruce de caminos, donde la moneda será lanzada otra vez al aire para ver si nos toca cara o cruz…
La vida nos permite vivir dentro de ella, junto a ella, en ella o un poquito al ladito, pero nunca fuera de ella, no nos permite alejarnos ni nos suelta de la mano, pero tampoco va a hacer nada si deseamos estrellarnos u buscar motivos para respirar cada día. La vida tan sólo se limita a que estés ahí y hagas lo que puedas mientras puedas, porque eso depende de ti, ella no te va a dar todo nunca, para bien o para mal… porque si intentas retar a la vida, ella te hará que te mires a los ojos y te dirá “el nombre que me dais, vida, son tan sólo dos días, y ya medio lo pasáis durmiendo, otro medio trabajando y otro medio discutiendo, teorizando y estrellándoos contra la ambigua realidad, ¿qué os queda cuando os dais cuenta de lo rápido que paso a vuestro lado?” Si, eso, justo eso que estás pensando…
Pues entonces, como hace ya mucho tiempo me di cuenta de que seguimos y seguiremos perdiendo sueños e ilusiones por las calles, y como ese medio día que me quedaba cada vez era más corto, decidí seguir teniendo más sueños e ilusiones para que se fueran perdiendo, porque aunque nuestros sacos están medio rotos y se escapa mucho por los agujeros, siempre queda dentro lo suficiente para soñar, sonreír y disfrutar de esos pequeños momentos de felicidad. Y ante ello, pues no tengo duda, deseando siempre que todos los seres a los que amo, quiero o aprecio estén bien, intento sonreír con pequeños momentos, y por ello me voy al Camino Aragonés a recorrerlo de nuevo, y cuando vuelva pues igual ya pienso en seguir siendo loco y para septiembre me piro para otro, quizás si, quizás no, vete a saber, porque como os he dicho antes, la vida nos permite rondar cerca de ella… mientras le de la gana y nos mire mientras sonreímos.
Tanto que hablo del Aragonés y nunca me habéis visto en él ¿verdad?, pues nada, vámonos para él y que el Universo sea benévolo tanto para lo bueno como para lo malo, así se queda justito en el medio.
El lunes os cuento ya desde el Camino Aragonés, que el Universo me coja con una Ambar en la mano, digo, que me coja confesado…
QUE SEAIS FELICES ESOS RATITOS QUE NOS DEJAN
