Mientras camino y miro el horizonte…

   Y siempre hay un tiempo para cada cosa y para cada cosa un tiempo, donde todo es nada y nada es todo, como noches cruzando desiertos en un intento de confundir a los turbios amaneceres, para que se escondan, se vuelvan a dormir y así el mundo siga en pie, mientras murmuramos muy bajito para que no se despierte el viento más fuerte que todo destello se quiere llevar a esos abismos donde habitamos y ante los que siempre luchamos por no estar, quitándonos la venda de esa ceguera que nos hace ver siempre lo mismo, intentando aturdirnos contándonos que sobre cada paz siempre hay una secreta guerra que fue abatida bajo un cielo que intenta proteger los sueños para que el sol no los derrita y cave una tumba para enterrar cada latido de ese nuestro corazón, a la vez tan fuerte y tan desvalido, que faltan palabras, si, faltan palabras para describir cuando la paz del silencio es posible y las palabras empiezan a temblar, porque todas la combinaciones posibles son innecesarias ante el verbo sentir….     ¿Te has dado cuenta? Ni un punto en todo el párrafo, de un tirón, como me suele gustar mucho escribir por lo jodio que soy, como si de un trago corto que se disfruta largo y profundo se tratara, de esos que penetran y se quedan ahí. Así es, sin necesidad de que sea otro cuerpo, otra alma, otra casa, otro amor, ni que revienten las paredes por un grito o se convierta el ruido en murmullo, tan solo esperar con una sonrisa que el Universo, si le toca mirarnos, nos regale alguna verdad que nos de alivio, quizás porque dicen que hay un horizonte más allá del mar, un lugar que atesora orillas donde cada vez que una ola nos acaricia, renacemos tras haber muerto con los párpados pesados de tanta realidad…

A VECES SOLO HACE FALTA UNA MIRADA HACIA EL HORIZONTE PARA COMPRENDER…

   A veces, solo una mirada hacia el horizonte, nos hace ganar el olvido es un tiempo claroscuro sin recompensa, al borde del limite de un aliento, donde en la frontera del desierto de un sueño, derrochamos agua y más agua de nuestros deseos, donde en cada ola que creamos hay un mar naciéndonos ante una tormenta que gritará por nosotros, deseable como un amanecer con su horizonte, lejos, pero visible no ante nuestros ojos, sino ante nuestra alma, donde nuestros sentidos y  nuestros relojes dicen otro tiempo y tejen otros sentimientos que no se pueden ver, tan solo sentir en esa larga playa donde reposan todos los pétalos dormidos para romper el mar en cien cristales, el cielo en miles de nubes y la noche en un millón de estrellas, como el sabor de una melodía en los labios que sabe a fantasía…

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26 comentarios

    1. Y que siempre nos las sigan regalando a quienes seguimos creyendo en ello, como así espero te las sigan regalando a ti, así sea…

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