CARRIÓN DE LOS CONDES – TERRADILLOS DE LOS TEMPLARIOS

Deja de desear las nubes y saborea lo cotidiano de una vida feliz más que una vida perfecta, porque el cerebro busca, pero quien encuentra es el corazón…

Salimos, no hace viento, el cielo muestra tranquilidad, así que despacio nos acercamos al bar que está abierto unos metros más adelante, desayunamos sin prisa un café y unas tostadas con tomate, aunque sea tamizado y no a rodajas, pero está bien así, no se puede tener todo. Desayunados, equipados, siempre dispuestos y a caminar la “gran recta” de 17 kilómetros hasta Calzadilla y un poquito más allá hasta Terradillos de los Templarios.

Dejamos Carrión atrás, y tras salir de la localidad, cruzar la ya eterna N-120 y continuar un tramo por otra carretera local, llegaremos al inicio de esos 17 kilómetros que se han hecho míticos, ese largo y casi recto tramo donde todo es casi horizonte sin fin, campos y nada más, sin un pueblo ni nada que perturbe esa distancia, tan solo el sonido de nuestros pasos levantando polvo en el camino. En sí caminamos sobre el trazado de la Vía Aquitana, calzada romana que unió en su día Burdeos con Astorga, hace más de dos mil años, donde las sombras no escasean, simplemente no existen salvo la de algún árbol aquí y allá, pero sin mucho entusiasmo por dar cobijo al peregrino. Todo lo que queda es sonreír y seguir adelante, esto también es parte del Camino.

Unos kilómetros más adelante nos cruzaremos con la también antigua Cañada Real Leonesa, uno de los recorridos utilizados por los pastores trashumantes para conducir el ganado entre pastos de diversas provincias. Y cuando ya quizás creías que el mundo no existía, que todo había desaparecido a tu alrededor salvo el sol que ya está sobre nuestras cabecitas, y al igual que sucede cuando llegas a Hontanas, aparece Calzadilla de la Cueza ante nuestros ojos, ya que casi no lo ves hasta casi llegar al pueblo, inmerso en una hondonada tras kilómetros de larga y recta planicie.

Tras haber repostado, descansar, tomado algo o simplemente continuar, salimos del pueblo y volvemos a encontrarnos con la N-120, que a estas horas más que otra cosa es eterna compañera de Camino, dejándola a nuestra derecha mientras caminamos unos kilómetros, subimos un pequeño desnivel, lo bajamos, cruzamos la carretera y llegamos a Ledigos…

…donde como ya hemos tomado algo en Calzadilla pues cruzamos CON PRECUACION nuestra amiga N-120 y tomamos el andadero paralelo a ella, que en una ligerísima subida nos acercará hasta Terradillos de los Templarios, aunque yo me quedo antes de llegar al pueblo en el Albergue Los Templarios, a pie de carretera, un buen lugar por su amplitud, servicios y todo lo demás.

Me duché, cuide mis pies, medité, intente responder un poco a lo que siempre te requiere el móvil, comí tranquilamente, volví a liarme con el dichoso móvil ¡la madre que lo parió!, y como no soy amante de las siestas y hoy he terminado antes de lo normal, pues mire el reloj, alucinado porque ya habían pasado casi tres horas trasteando con el dichoso móvil, así que me pedí una cerveza y me senté afuera en la terraza, mirando al vacío infinito, sintiéndome pequeño pero fuerte, decidido, feliz pero realista, renacido una vez más… tan jodidamente yo como siempre, pero bueno ¡qué le vamos a hacer, nadie es perfecto!

Y tan feliz estaba que claro, vuelves a liarte con el móvil, la felicidad son ratitos, y hasta el siguiente ratito pues a esperar, así que mientras esperaba me levante, le pedí otra cerveza a la chica, me lie hablando un buen rato con ella y volví afuera a terminar la tarde, y oye, un mensajito en el móvil mientras una suavecilla brisa te acaricia por un momento y ¡volvía a recuperar un ratito de felicidad! Qué efímera es esta existencia ¿verdad? Mañana será otro día. Cuidaros, amigos y compañeros.

QUE DESCANSEIS, TENGAIS UNA TRANQUILA NOCHE Y UN BONITO AMANECER

¡BUEN CAMINO SIEMPRE!