Camino de Invierno – Monforte de Lemos a Chantada

MONFORTE DE LEMOS – CHANTADA 31 KILÓMETROS

   Salgo tempranito del hotel Condes de Lemos, barato y bueno, donde su recepcionista Eli, con la que estuve hablando más de media hora por la mañana mientras desayunaba es todo un encanto y muy buena gente.

   Miro el cielo y algo me dice que va a ser un día de esos de tiempo raro y constantemente cambiante, con niebla, unos pocos rayos de sol aquí y allá, cielo nublado, lluvia, algo de fresquillo y de todo un poco, para que haya variedad y nadie pueda quejarse, así que adelante, venga, ataros los cordones de las zapatillas, poneos la mochila y a dar el primer paso, los demás vienen después…

   Para salir de Monforte tomamos tranquilamente por el paseo del Malecón, junto al río, hasta llegar al Ponte Vella sobre el río Cabe…

que cruzamos y continuamos hasta salir de Monforte tras pasar por una rotonda con una escultura de un peregrino…

SALIENDO DE MONFORTE DE LEMOS

…y así la ruta es casi recta, al menos hasta llegar al kilómetro 7 más o menos, donde ya en ligeras subidas, el paisaje va cambiando con sus pequeñas aldeas e iglesias.

IGLESIA DE SAN SALVADOR DE MOREDA

Y después, tras hablar un ameno rato con una de esas auténticas mujeres gallegas que llevaba una carretilla cargada de hierba, cuando vas por el kilómetro 10 o así, te metes en unas continuas corredoiras en subida que no es que tenían enormes tramos de barro y regueiros de agua, no, eso era una pantano de caminos anegados y pequeños arroyos empedrados cuesta abajo jajajajaja, pero no importa, una sonrisa, un poco de humor, ponemos a prueba el goretex de las zapatillas (ni de coña sirvió) y para adelante.

¡VAYA CAMINITO JAJAJAJA!!!

Luego, tras esos kilómetros de autentica locura sorteando barro y agua, y lo digo con buen talante, no con mala leche, malestar ni nada parecido, ya que es agua y barro nada más, salimos de nuevo al asfalto y durante unos kilómetros continuamos por el mismo así secamos los pies- hasta llegar a la zona donde los carteles intentan indicarte desvíos a  los miradores sobre el Miño y demás, pero nosotros solo debemos hacer caso a las flechas amarillas (más bien poquitas) y los mojones, hasta que lleguemos al punto donde comienzan los aproximadamente tres o cuatro kilómetros en resbaladiza bajada hasta el río Miño y la posterior jodía subida de unos cuatro kilómetros de los codos del Belesar hasta el collado donde ya alcanzas el llano que te lleva a Chantada. Y ya me conocéis, digo lo que hay, lo que veo, lo que siento y lo que hago, intentado solo ser objetivo, sin malicia alguna, y por ello, aún así, seguramente digo que esta sea la etapa más bonita y dura pero satisfactoria del Camino de Invierno, ya que el momento en que alcanzas la panorámica sobre las vistas sobre el río, el pueblo, y las vides, es realmente muy precioso y se quedará grabado en tu mente.

La bajada del Belesar hasta el río Miño, aunque muchos digan que no es dura, es una jodia bajada, al menos lo que yo me he encontrado, seguramente y así lo pienso y creo porque es el mes de enero y la humedad, el frío y las lluvias lo hacen así, con un palmo de húmedas hojas en el suelo en las que llevaras o no apoyo de bastones, resbalabas como si fueras un novato con patines en una pista de hielo, solo decir que me resbale unas ocho veces y di con mis huesos en el suelo una, y eso que bajaba con precaución, calzaba buenas zapatillas con tacos de agarre y llevaba  bastón de apoyo.

Pero bueno, lo repito, solo lo digo y no es cuestión de quejarse, solo lo cuento como cuaderno de ruta y mi personal peripecia en la bajada, que supongo en época veraniega será totalmente distinto. Recuerdo que la otra vez que baje, hace unos años ya, no fue tan puñetera la bajadita, así que todo queda en una anécdota, pero lo aviso, y para quitarte ese punto negro de la mente admirar esos viñedos en bancales suspendidos sobre el río Miño mientras descendemos más de 300 metros de desnivel con las piedras y hojarasca mojadas.

     Una vez llegas abajo respiras, vuelves a respirar, agradeces al Universo ser merecedor de estar en ese sitio disfrutando de las vistas, y te viene un bajoncillo, no sabes el motivo, pero te sientas en uno de esos bancos peregrinos, sacas unos frutos secos y el agua y engulles para que el cuerpo se recupere. Meditas un poco, me confieso ante un pequeño video, vuelves a recuperar el ánimo que nunca has perdido, solo se había detenido, miras los 400 metros de desnivel que ahora tendrás que subir, te descojonas tú solo de risa -es la mejor terapia- y te ríes aún más cuando ves que el único bar, el del embarcadero, está cerrado y no podrás repostar nada para acometer la subida.

      Si, así es, y no lo oculto, tuve un bajoncillo al descender y sentarme en un banco junto al río Miño, pero eso es algo que nada que no se supere con amor, amor desde la libertad, la comprensión y creer en uno mismo, al fin y al cabo las personas somos distintas, actuamos de manera diferente, pero somos seres humanos al fin y al cabo, y suele ser que la felicidad es a veces una bendición y un regalo, pero por lo general es una conquista, quizás es la palabra que más se le aproxima, pero en realidad no importa el nombre, sólo importa la sensación tan maravillosa y el amor que se ponga al pronunciarlo, porque al igual que todos los días el Universo nos da la vida, hagámoslo sentir orgullosos de nosotros, y si es posible que nos ayude a cambiar todo lo que nos hace infelices y nos de más trocitos de esos que nos hacen sentir tan bien

Pero me había dado un bajoncillo, soy humano, y en ello decido ponerme el mp4, buscar esa canción de Metallica, una de esas canciones que me ayudan a sentirme bien, a recordarme que soy quien soy, lo que quiero y como quiero, respirar, sentir, intentar no hacer daño a nadie o nada aunque lo hagamos, y seguir caminando paso a paso cada momento, cada día… Y la letra de Nothing Else Matter resuena en mis oídos, la escucha mi alma, le pega un codazo a mi corazón y éste le tira una vacía lata de cerveza a mi mente, gritándole que abra las baterías de reserva y anime al jodio cuerpo para que se levante:

“.. la vida es nuestra, la vivimos a nuestra manera, todas estas palabras que no solo digo, y nada más importa. Confío en lo que busco y encuentro en ti, todos los días para nosotros algo nuevo, con mente abierta para una visión diferente… Y nada más importa”

    Pedazo de cabrones, que bella canción llegasteis a componer. Os lo agradezco en el alma, escuchándola me hacéis sentir bien siempre a pesar de la melancólica pero enérgica fuerza de su letra. Y recuerdo una vez más que la felicidad es el trabajo más duro porque necesita constancia, necesita que creas que la mereces, necesita fe y amor, amor por nosotros y por los demás, sentir que formamos parte de una unidad y no un grano de arena separado del desierto… Hay que querer y querer todos los días, y dejar que  la música nos salve, nos libere o nos encadene, que nos transporte y nos conecte como pequeñas moléculas de una larga cadena de notas que se precipitan hacia el Universo que nos acaricia… Hay que entender que aquel que no se expresa no es por no querer, sino que quizás es por temer, ya que a veces nuestros temores no nos dejan decir lo que nos gustaría. Por ello hay que atreverse y decirlo, aceptar nuestras sombras, liberar lastre, liberarte y continuar. ¡Así que a tomar por c… el bajoncillo, a subir los 400 metros de desnivel total!!!

    Pero no pasa nada, los maños somos duros, así que cruzamos el río por el puente y, tomando la calle que tenemos enfrente, iniciamos el ascenso, que alterna tramos empedrados resbaladizos con otros de camino de tierra con hojarasca, siempre en fuerte pendiente, y algún trecho más llevadero por asfalto. Más arriba pasamos junto al mesón Adega do Veiga…

que estaba cerrado, pero donde Lucia, su simpática propietaria, que estaba realizando tareas de jardinería, al preguntarle si estaba abierto me dijo que por supuesto, que no iba a dejarme seguir sin que pudiera tomar algo (estaba cerrado, pero te abre el mesón para ti) Y mientras descanso, tomo una cerveza y entablo una amena conversación con ella sobre la forma y maneras de vivir en el lugar, me ofrece e invita para probar unas tostas o galletas cracker llamadas  Mariñeiras que produce ella, realmente buenísimas, y que al parecer están en los Carrefour, Corte Inglés y algunos establecimientos más.

Y lo pongo no por hacerle publicidad, aunque se la haga indirectamente, lo pongo porque tuvo el detalle de abrirme el mesón solo para mí, cuando podía haber seguido a su rollo y haber pasado de mí completamente. Lucia, gracias, gracias por haberte ofrecido a servir una cerveza y hablar con este pobre peregrino un ameno rato, que la suerte te sea buena y deseo aporte salud a tu padre.

    Luego, tras despedirme de ella, no sin antes haberse ofrecido a subirme en coche hasta Chantada si así lo deseaba, pero agradeciendo el detalle le dije que seguía caminando, y así continué subiendo por la carretera que ya no dejaría hasta Chantada, ya que decidí evitar los tramos de camino que me indicaban las flechas y mojones, dado el embarrado estado en que se encontraban. Es una carretera con no mucho tráfico y hay visibilidad, así que se puede subir por ella con tranquilidad hasta alcanzar la cima del collado y luego en suave descenso bajar hasta Chantada, a unos tres kilómetros que parecen hacerse eternos.

CHANTADA


Hasta ahora, he visto y comprobado que el Camino de Invierno discurre normalmente por carreteras secundarias entrando y saliendo de las mismas para meternos en caminos, senderos, pistas, corredoiras y todo lo posible, intentando evitar en lo posible el asfalto, cosa difícil de momento ya que pasa por infinidad de aldeas rurales de escasas viviendas unidas por carretera en las que se sale de una y al poco tiempo se entra en otra. Dicen que van a invertir (cosa que dudo sea mucho) y que con ello haya una mayor afluencia de peregrinos y que se hagan las infraestructuras necesarias, dotando al Camino de más albergues y servicios necesarios para su buen funcionamiento y, al mismo tiempo se habiliten nuevos caminos y senderos con lo que se evitará pisar tanto asfalto. Pero ahora es una opinión mía, ya que si para evitar el asfalto te obligan a meterte en auténticos lodazales y senderos llenos de agua, prefiero el asfalto mil y una veces, es mi opinión personal y así la manifiesto.

    Habréis observado que hoy no he detallado tanto la etapa como suelo hacer, y que ha sido más de opinión y verborrea para aburriros hasta el infinito y más allá, pero me ha salido así, que le vamos a hacer, ya sabéis como soy, un pequeño loco que solo intenta ver la vida como es y no como quieren que la veamos. Pero eso si, sigo llevándoos conmigo en cada paso, compartimos paso a paso y sentimos esa energía que el Camino de Santiago regala a quien desea sentirla, y que toda la simpleza sostenida en la vida sea simplemente la adicción de un anhelo…

UN ABRAZO OS MANDO, CUIDAROS MUCHO, SONREIR, VIVIR, SENTIR Y… ¡¡BUEN CAMINO SIEMPRE!!

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