Camino Francés – La Portela de Valcarce a Triacastela

LA PORTELA DE VALCARCE – TRIACASTELA

Me gusta caminar en esa hora donde aún reina la oscuridad, donde se alojan sentidos, sentimientos, momentos y lugares que parece que nos poseen y rompen todas las armonías, escudriñan dentro nuestro e intentan, antes que los claros alivien las insistentes sombras, que nuestra piel se perturbe por el frescor de la mañana y los sonidos que nos llegan de todas partes y de ninguna.

Voy caminando por la carretera sin apenas tráfico que une las travesías de las localidades por las que voy pasando, Ambasmestas, Vega de Valcarce y Ruitelán, hasta que unos seis kilómetros después llegamos a Las Herrerías, donde seguro pillamos algo abierto ya para desayunar (lo pille, si, y desayuné)

HAY QUE DESAYUNAR PARA CAMINAR

Luego continuamos por la carreterilla, ya cada vez más en clara subida. Aquí es curioso ver como quienes utilizan bastones para caminar dejan miles de pequeñas marcas en el asfalto, algo que se repite en otras subidas de este u otras rutas jacobeas, y sin embargo en otros lugares de igual subida no ¿será por la calidad o composición del asfalto? No lo sé, pero algún día nos enteraremos.

Un kilómetro y pico después de comenzar la subida tras Las Herrerías, encontraremos el cruce que nos indica que tomemos un camino de tierra a mano izquierda, mientras que los ciclistas continúen por la carretera.

¡Aquí comienza lo bueno, amigos míos! Ya que iniciamos un tan bonito como jodido tramo por corredoiras, si, esos caminos para llevar el ganado a los pastos, y por donde a veces vamos como en un campo de minas, sorteando los “regalos” que nos dejan las bonitas vacas.

Después de superar un arroyo, le damos fuerte a una firme subida en zigzag que siempre quedará en nosotros, la recordaremos siempre, aunque en realidad, cuando ya la has subido una docena de veces hasta le pillas cierto cariño, y he dicho cierto cariño, ya que no debéis olvidar que ¡no me gustan las subidas ni las cuestas!! No me gustan, pero si hace falta te lo tomas a broma, como recuerdo la primera vez hace años que subí, que me mentía diciéndome “seguro que tras la siguiente cuesta, ya veo Cebreiro”. Error, más camino y más montaña, y al rato me decía otra vez “detrás de esa loma seguro que si que si llego ya”. Error, solo veía más peregrinos subiendo a lo lejos. ¿Llorar o reír? Siempre reír y volver a reír.

No pasa nada, se hace corto el tramo duro si piensas que lo haces por lo que quieres y por lo que estás ahí en esos momentos, ya que arreando un poco más por esa sombría senda que asciende duramente bajo el dosel de las hojas caducas de castaños y robles, en nada llegas a La Faba, donde para mi al menos termina la ”tortura subidera”, y a partir de aquí todo pero todo sigue siendo subida, todavía nos quedan 400 metros más de desnivel, pero ya los kilómetros que nos quedan son de una forma más progresiva, equitativa y digamos, solo digamos, ajustada al lugar por donde caminamos, ya que cada vez que giras la cabeza y miras hacia abajo te gusta saborear el paisaje y decir eso de “por ahí es por donde he venido y que bonito se ve desde aquí todo”, aunque seguramente eso hace quince minutos, mientras jurabas en arameo en lo peor de la subida, no lo pensabas.

Pero no me hagáis caso, intento solo animaros, tan solo eso, porque aunque sea la etapa con el mayor desnivel de todo el Camino de Santiago -856 metros- el entorno es todo un espectáculo, y además, cuando llegamos a la Laguna de Castilla, el último pueblo de Castilla y León antes de entrar en Galicia, ahí tenéis un bar que también es albergue, La Escuela, donde tienen una tortilla de patatas recién hecha que solo tenéis que imaginar quien se come siempre un pedacito antes de coronar Cebreiro.

Tras dejar atrás Laguna de Castilla, apenas nos quedaran poco más de dos kilómetros para Cebreiro, así que tras llegar al monumento-hito de frontera que nos dice que entramos en Galicia, hacernos la foto y descansar, tomamos aire y seguimos el mismo camino continuando el ascenso hasta O´Cebreiro, donde encontraremos y nos recibirá la primera peregrina de bronce del Camino Francés en Galicia, que pesa 150 kilos y mide 1,80 metros. Está instalada en O Cebreiro, de espaldas hacia las montañas leonesas y es obra del escultor coruñés Miguel Couto. La modelo que posó, según explicó el propio autor, fue la bailarina Inés Vieites de la compañía Nova Galega de Danza. Seguro que hay foto también.

  Estamos en Cebreiro, el primer lugar de Galicia a 1300 metros de altitud y que fue lugar de acogida para peregrinos desde siempre, así que entramos a la aldea por el recinto del Santuario Santa María La Real,  iglesia del siglo IX que ofrece varias curiosidades como las reliquias del Santo Milagro (la ostia y el vino se convirtieron en carne y sangre) y el lugar de descanso eterno del párroco que tuvo la iniciativa de pintar las cruces amarillas en el Camino Francés,Elías Valiña Sampedro, más conocido como el cura do Cebreiro.

SANTUARIO IGLESIA DE SANTA MARÍA LA REAL

    Aparte de sus excelentes vistas, nos encontramos en un punto realmente turístico, el lugar vive de ello y se nota. Recuerdo incluso en la fuerte nevada que vivimos en marzo del 2017, que había medio metro de nieve y el lugar estaba lleno de turistas, y en medio de ellos nosotros, los peregrinos, agotaditos pero contentos de haber subido hasta allí con la nieve que había y seguía cayendo. Recuerdo con gran cariño aquel año, sería por lo distinto de subir Cebreiro nevado, verlo todo blanco y caminar kilómetros y kilómetros sobre la nieve. He caminado otras veces con nieve, pero aquella gran nevada quedo ahí guardadita.

VISTAS DESDE CEBREIRO


    Y ahora no nieva, pero llueve, para, llueve, se para, ahora si, ahora no, ¡como le gusta jugar a la lluvia! Y bueno, desde aquí, prácticamente seguiremos por pistas de tierra el eje de una carretera provincial, sin mucha historia, tan solo quizás reseñar que tras pasar Liñares, donde tienen un buen albergue para los que encuentren lleno el de Cebreiro, alcanzaremos el Alto de San Roque, más de 1200 metros de altura, donde  hay una escultura de un peregrino avanzando contra el viento, obra emblemática del escultor gallego José María Acuña, y donde seguro hay también foto.

ALTO DE SAN ROQUE

Eso si, después, poquito pero poquito antes de llegar al Alto do Poio, nos comemos un trocito de subida de 300 metros, pero vaya trocito, lo tengo en la memoria desde siempre cada vez que llegó a ese lugar. Y es que es malo a rabiar ese corto pero fortísimo y odioso fuerte repecho que desemboca en el bar-albergue El Puerto, que encontramos “estratégicamente” ubicado apenas dos metros después tras la infernal subida, y donde se hace casi prioritario parar a recobrar el aliento ¡la madre que parió a la dichosa subidita, corta pero matona!

LA JODIA SUBIDITA AL ALTO DEL POIO
ALBERGUE BAR EL PUERTO

   Es la última subida del día, ya que luego hasta Triacastela la bajada es continua. Eso si, cuidado en algún tramo de esas bajadas, porque la gravilla suelta puede jugarnos una mala pasada tanto en días de calor como de lluvia.

     Y poco antes de llegar a Triacastela, nos encontraremos frente a frente con el castaño centenario de Ramil, que lleva más de 800 años en el Camino de Santiago. Y ningún peregrino vuelve a casa sin una foto con él. Un impresionante árbol con cerca de 850 años de vida, según la datación hecha por la Escuela de Ingenieros de Montes de Madrid. Más de ocho siglos que se ven reflejados en sus casi 9 metros de perímetro, sus huecos imposibles y sus gruesas ramas. Toda una gozada disfrutar y alegrarte al pasar y comprobar que sigue vivo y desearle más larga vida para que siga ahí la próxima vez que vuelvas a pasar.

CASTAÑO CENTENARIO DE RAMIL

     Y tras un pequeño estirón más llegaremos a Triacastela, donde tienes bastante variedad de lugares para alojarte. Yo, por mi parte, las últimas cinco veces lo he hecho en el Complejo Xacobeo, ya que lo veo adecuado y excelente, aparte de que al lado está el restaurante del mismo nombre donde se come muy bien.

RESTAURANTE DEL COMPLEJO JACOBEO

    Así que llegados aquí solo nos queda descansar, asearnos, ritual de cuidado de los pies, meditación de agradecimiento y lo que vaya surgiendo momento a momento. Mañana seguiremos disfrutando, y mucho.

OS DESEO LO MEJOR ¡BUEN CAMINO SIEMPRE!

Publicaciones Similares

10 comentarios

  1. Muchas gracias,por tu relato. Ese tramo lo hicimos este verano. Nosotros hicimos noche en herrerias, para al día siguiente poder coronar O’cebreiro y acabar en fonfria. Las vistas son espectaculares y es verdad que una vez q llegas arriba y ves su belleza, se te olvida el esfuerzo. Buen camino.

    1. Así es como bien lo habéis dicho, Fany y Cachi, todo se te olvida cuando llegas arriba y reconoces que a pesar del esfuerzo has disfrutado cada paso, y encima tienes esas vistas ¡Buen Camino siempre!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *