Caminando por la nieve en el Valle del Aragón – Camino Santiago Aragonés

Las agujas del reloj se vuelven perezosas en el alba mientras la mirada se pierde entre insomnes pensamientos que están calentitos en el fondo del alma impiden el sueño. La luz apagada se cuela a través de la ventana, brillante como es presume de vestiduras blancas que te invitan a que desvirgues la blancura del manto que ante ti extiende, como quien ofrece un regalo, como quien presenta una ofrenda que a ello no te podrás negar, así que vamos, sigue caminando, es un día bello, es un día más para sonreír, quizás vivir, quizás soñar… algo que tiene muchos significados, simbolismo amplio aplicado por diferentes modismos, círculos, educación y creencias, donde todo valor dado encuentra no solo poesía o reflexión, también encuentra belleza como aquella melodía atrapante que te lleva a la sensación de ser abrazado para arrastrarte con lentitud al ser hipnotizado por una serie de instrumentos sonando armónicamente.

Y a veces, mientras quedan atrás los momentos, solo la satisfacción queda del arte de disfrutar caminando, de soñar despierto a cada paso, quizás porque tienes tantos sueños que ninguno te deja dormir, al igual que cuando miras todas las estrellas más allá de la medianoche y no sabes con cual quedarte, no sabes cual elegir ¿tú sabes la respuesta, me la quieres decir? Si es así y quizás si lo quieres por un poema a las estrellas te la cambio, o por contarte el recuerdo de un paisaje nevado que duerme esperando ser acariciado y caminado entre sueños. Y si no es así pues no pasa nada, los pasos siguen dejando huellas en la nieve que desaparecerán, pero que siempre quedaran transitando por las paredes de la mente, dedicándoles versos que nadie les recitó ni cuentos que nadie escribió, aunque cuando lo recordemos melodías inaudibles de notas imposibles seducirán nuestro pensamiento, invitándonos a que quede siempre ese recuerdo dentro nuestro…

(Tan solo este loco caminante divagando palabras bajando desde Somport… pero si no lo habéis hecho nunca con nieve y sin buen calzado y equipo, aparte de ser prioritario ir acompañados, aunque bello y diferente, pensarlo mejor tres veces antes de hacerlo, pero si lo hacéis -siempre con cuidado os lo pido- siempre lo recordareis )

Y como en un viaje sin destino porque tampoco tiene principio, siento el calor del momento vivido, fuego que no es el infierno, tan solo son de mis deseos, esos mismos cuando al atardecer y entre insólitas penumbras camine a tientas para no despertar a las estrellas…

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