Y cada vez que vuelvo al Camino

  En cada senda y camino se esconden trozos de viento, partes de lluvia, gotas de sudor y ráfagas de frío que fluyen marcando la vida a cada paso sin surcos ni pies encadenados en amaneceres de sombra y luz, atardeceres de oro y besos y anocheceres casi antes que de que se vaya el sol. Y en cada mañana bostezos que brillan por su ausencia, sonrisas abiertas entre paréntesis tras bellos sueños cuando cuerpo y alma, sabedores de que van a seguir caminando, dejaran sus huellas que hoy son símbolo y presagio y mañana se revolverán vividamente trémulas e ignotas deseando volver a que esos millones de pasos no dejen  hambre y del cansancio, tan solo el beso de unas suelas no rotas, sino desgastadas de tanta belleza y recuerdos que dentro nuestro han quedado con impertérrita elegancia, con todos los colores solícitos del alba, como el primer boceto de la felicidad, el esbozo de la sonrisa que esconden cada uno de nuestros pasos, así como el cielo pinta el horizonte del color que le place, sin consultar con nadie ni otorgar favores, así como son los sentimientos, garras que arañan el corazón con sádica y posesa lujuria… y nos gusta que así sea. ¿Nos hallamos envueltos por gotas de una lluvia de esperanzas o somos un deseo que disfrazamos mientras perdemos de vista el cielo esperando volver a encontrarlo…?

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6 comentarios

  1. Maravillosa reflexión, muy profunda. Ayer pasé 5 minutos y no te pude saludar en la presentación, que tenía que hacer la cena a los niños. Avísame a la siguiente que hagas y me firmas el libro Fran! Buen Camino y felicidades!

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